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                        Jorge Opazo. Retrato fotográfico, imagen y poder.




En Hollywood, en 1912 aparece Photoplay, la primera revista dedicada exclusivamente a los aficionados  del cine, posteriormente empiezan a proliferar otras publicaciones dedicadas a las celebridades de la pantalla grande.  También se crea por parte de los grandes estudios cinematográficos la diva de las grandes actrices de la época, que evoluciona en el estilo de glamour.  Con el paso de los años y la influencia del cine, este estilo cobrará importancia en los estudios fotográficos de nuestra capital. La influencia estética fue consecuente con el impacto visual que se sintió con la producción de más de 800 películas anualmente y un público masivo que acogió este arte.

Nuestro país no escapó a esa influencia y la mayoría de los fotógrafos de retratos de las décadas del 20 y 30 en adelante adoptaron este estilo. Fueron pocos, sin embargo, los que destacaron con este estilo de retrato. 

Jorge Opazo Galindo fue un gran exponente de este periodo. Su propuesta sobresale por la simpleza de sus líneas, y su elegancia. Personalidades del mundo político, artístico y social, acudieron a su estudio, por lo cual sus fotografías adquieren hoy un doble valor, ya que además del aspecto estético implícito en ellas, estas constituirán un registro visual de una época de nuestra historia. 

Opazo fue un artista que desarrolló su capacidad en distintas expresiones. Retratista de sociedad durante cerca de cuatro décadas, Fotógrafo Oficial de la Presidencia desde 1938 hasta 1970 y Agregado Cultural en Francia en la década del 50’ durante la segunda presidencia de Carlos Ibáñez del Campo. Lamentablemente gran parte de su material fotográfico fue destruido tras su muerte por su mujer Matilde Bermúdez. Las placas de vidrio y negativos de acetato, sus apuntes y las fotografías que estaban en su poder se perdieron para siempre. 

En la actualidad parte de sus imágenes se encuentran agrupadas en dos archivos fotográficos, el Archivo Fotográfico del Museo Histórico Nacional y el Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional, además de imágenes impresas publicadas en la revistas Zig-Zag y Ecran de Santiago.

La faceta artística menos conocida de Jorge Opazo fue la de pintor. Desde pequeño, tuvo una clara inclinación hacia el arte, incursionando en la pintura durante su juventud. Con posterioridad desarrollaría otra afición que finalmente lo fascinó, LA FOTOGRAFÍA. 
 
Opazo desarrolló en forma casi paralela sus facetas de pintor y fotógrafo hasta la década del 30, exponiendo sus cuadros en el Salón Oficial de Bellas Artes del año 1930 y en ambas disciplinas en 1932. Entre 1933 y 1938  expuso en los Salones sólo en la categoría de fotografía artística. La calidad de su pintura fue reconocida por el artista argentino Emilio Pettoruti –uno de los mayores representantes del cubismo en Argentina-, quien consideraba los lienzos de Opazo entre los más interesantes de la década del 30 en nuestro país.

 Llama la atención que a pesar de haber centrado su producción fotográfica en el retrato, el artista no haya desarrollado este género en su pintura. A pesar de esto, es necesario tener en cuenta al momento de analizar parte de su producción fotográfica de la década de 1930, elementos compositivos geométricos expresados en su pintura que incidirán notoriamente en algunas imágenes fotográficas de este periodo. 

La producción retratística de Opazo se puede dividir básicamente en dos tipos de retratos: el retrato de sociedad y el retrato oficial. Sus retratos eran muy demandados debido a la transformación positiva de los sujetos retratados, pues lograba destacar los mejores detalles de cada modelo. Así  el leve  gesto de la mano, la curva de los hombros  o la serenidad de una mirada, eran resaltados por el lente del artista.